Seguro que vosotros también habéis sentido esto alguna vez. Esa sensación que nos invade cuando cierto actor aparece en pantalla y una especie de asco nos paraliza el cuerpo. Sí, hablo de esos actores y actrices que hagan lo que hagan, a veces con razón y otras sin motivo alguno, consiguen amargarnos la experiencia de ver una película. Es un fenómeno curioso este, ya que en más de una ocasión me he encontrado compartiendo "odios" con gente que tampoco sabe explicar claramente el porque.
Yo tengo una buena lista de actores y actrices que me caen gordos. Están aquellos cuyos personajes son siempre detestables e insulsos, están los que tienen una cara rara o inmutable, los que simplemente transmiten hastío y aburrimiento existencial, los ultraencasillados, los despojos humanos en la vida real y aún así creídos y esos que nada más aparecer en pantalla te dan la sensación de que su personaje va a ser completamente olvidable. No voy a entrar a detallar los ejemplos que expondré a continuación. Podéis intentar encasillarlos en las categorías que acabo de nombrar.
Algunos consiguen darme una sorpresa ocasionalmente, muy de tanto en tanto. Y pocos son los que consiguen abandonar la lista de detestables una vez que entran (Un buen ejemplo sería el de Anne Hathaway, que para mí consiguió su redención con "Los miserables"). A día de hoy la persona más cercana a salir de la lista sería Cillian Murphy, puesto que ya me ha gustado en varios de sus papeles... pero es esa cara repelente que tiene la que suele echarme para atrás cada vez que aparece en pantalla. Ah, y con respecto a Woody Allen diré que en general me gustan sus películas, pero no hay forma humana de que aguante su eterno y ridículo papel de personajillo patético. UGH.
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