Este fin de semana he tenido visita. Jaime ha venido a verme y eso sólo podía significar una cosa: patear Madrid. Pese al frío, el viento, la resaca, el dolor de cabeza o la deshidratación. Estos dos días han dado para muchísimo pero si ha habido un momento crucial para nosotros fue lo que aconteció en el estanque del Retiro. Y que procedo a mostrar por medio de dibujos:
Pero la cosa no acaba aquí. Como podéis imaginar, Jaime y yo, motivadísimos por el ataque de risa que acabábamos de vivir, nos dirigimos al muelle para subir a una barca ¿Quiénes estaban allí para cedernos la suya? Los franceses. Nos quedamos pálidos cuando el chico se desvió del camino hacia la salida, se nos acercó y nos dijo con una media sonrisa "Os recomiendo que vayáis a las fuentes, son muy bonitas". Nosotros nos despedimos con un "¡Poneos al sol!" mientras veíamos alejarse a la pareja.
Sobra decir que estuvimos más avispados y no nos acercamos a las fuentes. Aunque algún que otro momento ridículo sí que protagonizamos. Lo verdaderamente curioso de esta historia es que nuestros encuentros con los franceses no terminaron allí. Doce horas más tarde, en una sala de Madrid ¿Quiénes bailotean cerca de nosotros? Exacto: Los que se ducharon en la fuente. Ya es casualidad.
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