Cuatro
de la tarde. Salgo del tren con el libro aún en la mano. Es curioso lo
fácil que me resulta engancharme a una historia en trayectos tan cortos.
Sigo leyendo hasta llegar a las escaleras mecánicas. Me cruzo la
mochila y guardo el libro mientras pienso en lo cómica que me resulta la
visión del culo de turno. Lo de las escaleras mecánicas es curioso. Lo vivo normalmente como un festival
de culos. Da igual en qué escalón me ponga; de forma natural siempre acabo con el trasero de alguien a la
altura de la cara. Pero en esta ocasión hay algo especial: No es el culo
que tengo delante lo que me llama la atención, es la terrorífica
mochila rosa que cuelga del desconocido que llevo delante. Es una
mochila infantil, con un terrorífico estampado de corazones acompañado
de unas letras con purpurina. Rosa. El rosa más vibrante e intenso que
han visto mis ojos. Casi duele. Ante este tipo de visiones, no puedo
evitar fantasear sobre quién es la persona a la que observo ¿Irá a
recoger a su hija? ¿A devolver esa mochila? ... ¿A quién le importa? Es
una imagen cómica y no puedo ocultar una sonrisa idiota frente al culo
del desconocido. Me detengo un momento a observar al portador del
polémico objeto. Tengo delante de mí a un doble de Bill Nighy más joven
pero con menos pelo. Alto y con gabardina. Llegamos al final de las
escaleras y yo dirijo mis pasos a la salida siguiendo de forma
inconsciente a la mochila rosa. Estoy maravillada. Tengo que capturar
este momento. Salimos a la calle. El hombre (y su amigo que pasó
desapercibido para mí en todo momento) van cada vez más rápido. Chispea.
Saco la libreta y mientras subo los escalones esbozo rápidamente la
visión de la mochila. Cuando llego arriba del todo, Nighy y "la joya
rosa" desaparecen en dirección contraria y yo caigo en la cuenta de que
se me está mojando el cuaderno.
Si cuando decían que el metro es fuente
de inspiración para los dibujantes estaban en lo cierto.
1 comentario:
Ups, i luv u
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