Tal y como advertí, he vuelto. Y esta vez
puedo decir que ya estoy graduada en audiovisuales y con nota. Ahora llega el
momento de hacer balance de lo aprendido en estos cuatro años de carrera.
Remontémonos al comienzo: ¿Te vas a
estudiar a Badajoz? Esto sumado a una exagerada mueca de asco fue la reacción
generalizada con la que me obsequiaron incontables compañeros de instituto,
amigos y conocidos al saber de mis planes universitarios cuatro años atrás.
Tonta de mí, dejé que estos comentarios me afectaran más de la cuenta. Gracias
a dios ya contaba con fieles apoyos y algunos buenos contactos en la ciudad que
me ayudaron a combatir el catastrofismo de los demás (especial y sincero
agradecimiento a Milena, Uro y David P.D).
Aprovecho para recomendaros que para
cualquier situación, no os dejéis llevar por las opiniones de la gente. Ni para
bien ni para mal. Haced balance y relativizad las cosas porque las experiencias
varían muchísimo de unos a otros. Yo soy muy dada a meditar y analizar todas
las oportunidades, a pedir ayuda y referencias… pero he comprobado bien que a
la larga la decisión siempre es tuya. Y en la mayoría de los casos, tienes la
respuesta en tu cabeza, aunque a veces cuesta más sacarla a la luz.
Volviendo al tema. Me planté en Badajoz
rodeada de un buen número de amigos y conocidos. Entré en una clase plagada de
gente. Cada uno con sus propias ideas, problemas y deseos. Yo llegué con ganas
de crear. Con ganas de dar rienda suelta a la creatividad, de trabajar en
grupo, de conocer gente y hablar, exponer ideas… La verdad es que aunque eché
en falta más libertad creativa, no se puede decir que no obtuviera parte de lo
que deseaba en mi primer año de carrera. Los trabajos en grupo fueron una
tónica común desde el día uno, y las prácticas (aunque en el terreno técnico
brillaban por su ausencia) tampoco se hicieron de rogar. No me disgustó el
planteamiento del grado. Una larga sucesión de semanas teóricas seguidas de un
cúmulo de prácticas al final del cuatrimestre. Sí, era realmente agobiante
cuando los profesores comenzaban a mandar trabajos como si su asignatura fuera
la más importante pero al fin y al cabo era el ansiado momento de crear.
Todos los años, mis compañeros y una
servidora coincidimos en una queja generalizada respecto a la ausencia de
prácticas y conocimientos técnicos. Sí, fue un verdadero suplicio esperar hasta
el tercer curso para empezar a manejar programas de edición de vídeo. Pero
jamás llegué a decepcionarme. Yo no pasé a segundo desencantada por el primer
contacto con la facultad. Quizás en otras condiciones podría haber sucedido (ya
comentaba que mi mayor fuente de energía y motivación siempre fueron mis
compañeros) pero afortunadamente no fue así. Siempre encontré una joyita entre
las asignaturas. Un profesor del que aprender, una práctica con la que ganar
años de vida a base de risas, un trabajo con el que sentirme satisfecha…
Bien es cierto que considero que existe
un exceso de conocimientos teóricos. Ni siquiera estoy pidiendo una
especialización desde la propia carrera (aunque se agradecería la opción a más
asignaturas optativas o a valorar créditos y actividades extra) pero
especialmente los dos primeros años tuve la sensación (en más de una ocasión)
de que el contenido periodístico y de publicidad era muy muy superior a lo
referente a audiovisuales. De hecho, en nuestro plan de estudios sólo existe
una asignatura referente a cine (historia del cine, donde es bien sabido que
nos quedamos anclados en “El Gabinete Caligari”). Vale que Extremadura no se
caracteriza por su producción de ficción, pero ¡Oye! ¡Es comunicación
audiovisual, por el amor de dios! ¡Dadme Tarantino, dadme Hitchcock, dadme cine
de autor!
Como primeros graduados de la generación
Bolonia, nos tocó sufrir todo tipo de chapuzas administrativas y demás locuras.
En primero nos amenazaron con el derribo de nuestra recién conocida facultad.
Tres años más tarde sufrimos la mala organización de los períodos de prácticas
obligatorios para finalizar la carrera; vimos a gente actuando como energúmenos
para rogar a los tutores sin seguir los plazos establecidos para los trabajos
de fin de grado, perdimos un tiempo valioso en la preparación del mismo
esperando la publicación de alumnos/tutores; nos vimos con el culo al aire tras
descubrir de un día para otro que la asignatura de inglés no cumplía los
mínimos del B1… y así hasta el infinito.
En cuatro años he visto de todo.
Profesores negados, pésimos, incompetentes, malos… Tristemente hubo muchos de
estos, más de lo recomendable, para qué mentir. Por eso cuando te encontrabas
con alguno agradable, alguno realmente apasionado con su asignatura, uno que
supiera hablar en público, que supiera motivar al alumno y pidiera prácticas
dignas de audiovisuales… la clase se convertía en un lugar mejor. Yo me llevo grandes
recuerdos por parte de este tipo de profesores y sé de alguno que otro que
afortunadamente también se lleva un buen recuerdo mío.
En definitiva ¿Volvería a estudiar
audiovisuales en Extremadura? Sí. Sin duda alguna. Las cosas que no he
aprendido en la carrera las he ido aprendiendo por mi cuenta ¿No sé suficiente
guión? Me saco ocho libros de la biblioteca ¿Premiere se me queda corto? Me
apunto a un curso de Final Cut ¿Quiero más prácticas de cortometrajes? Me busco
a un grupo de gente creativa y nos ponemos manos a la obra. Creo que
finalmente, todo depende de las ganas que tengas. Eso es lo que nos permite
aprovechar más o menos este tiempo. Todo lo que me ha resultado interesante,
útil o motivador lo he aprendido con ganas. Por supuesto que la carrera se
puede plantear desde un punto de vista más práctico y técnico. Pero no
considero que esté mal formada. He aprendido otras muchas cosas.
He perdido absolutamente el sentido del
ridículo, me he visto guiando equipos, delegando y confiando en los demás, aceptando
críticas y aprendiendo a tratar los problemas tanto a nivel individual como
grupal, hablando en público y compaginando el estudio de idiomas con prácticas
y demás, he sabido sacarlo todo, hasta aquellas asignaturas cuyos exámenes se
convertían en cuestión de suerte. Claro que he aprendido. Yo y cualquiera de
mis muchos compañeros. Quizás no sea la facultad más prestigiosa, quizás los
medios no están siempre a tu alcance y no tienen la mejor calidad, pero cuando
coges un trabajo con ganas todo lo demás te da igual. Y yo he conseguido
demostrarme muchas cosas tras mi paso por la UEX. Ha sido tedioso a veces pero no lo cambiaría.
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