viernes, 19 de julio de 2013

Fin de una etapa (II)

Tal y como advertí, he vuelto. Y esta vez puedo decir que ya estoy graduada en audiovisuales y con nota. Ahora llega el momento de hacer balance de lo aprendido en estos cuatro años de carrera.

Remontémonos al comienzo: ¿Te vas a estudiar a Badajoz? Esto sumado a una exagerada mueca de asco fue la reacción generalizada con la que me obsequiaron incontables compañeros de instituto, amigos y conocidos al saber de mis planes universitarios cuatro años atrás. Tonta de mí, dejé que estos comentarios me afectaran más de la cuenta. Gracias a dios ya contaba con fieles apoyos y algunos buenos contactos en la ciudad que me ayudaron a combatir el catastrofismo de los demás (especial y sincero agradecimiento a Milena, Uro y David P.D).

Aprovecho para recomendaros que para cualquier situación, no os dejéis llevar por las opiniones de la gente. Ni para bien ni para mal. Haced balance y relativizad las cosas porque las experiencias varían muchísimo de unos a otros. Yo soy muy dada a meditar y analizar todas las oportunidades, a pedir ayuda y referencias… pero he comprobado bien que a la larga la decisión siempre es tuya. Y en la mayoría de los casos, tienes la respuesta en tu cabeza, aunque a veces cuesta más sacarla a la luz.

Volviendo al tema. Me planté en Badajoz rodeada de un buen número de amigos y conocidos. Entré en una clase plagada de gente. Cada uno con sus propias ideas, problemas y deseos. Yo llegué con ganas de crear. Con ganas de dar rienda suelta a la creatividad, de trabajar en grupo, de conocer gente y hablar, exponer ideas… La verdad es que aunque eché en falta más libertad creativa, no se puede decir que no obtuviera parte de lo que deseaba en mi primer año de carrera. Los trabajos en grupo fueron una tónica común desde el día uno, y las prácticas (aunque en el terreno técnico brillaban por su ausencia) tampoco se hicieron de rogar. No me disgustó el planteamiento del grado. Una larga sucesión de semanas teóricas seguidas de un cúmulo de prácticas al final del cuatrimestre. Sí, era realmente agobiante cuando los profesores comenzaban a mandar trabajos como si su asignatura fuera la más importante pero al fin y al cabo era el ansiado momento de crear.

Todos los años, mis compañeros y una servidora coincidimos en una queja generalizada respecto a la ausencia de prácticas y conocimientos técnicos. Sí, fue un verdadero suplicio esperar hasta el tercer curso para empezar a manejar programas de edición de vídeo. Pero jamás llegué a decepcionarme. Yo no pasé a segundo desencantada por el primer contacto con la facultad. Quizás en otras condiciones podría haber sucedido (ya comentaba que mi mayor fuente de energía y motivación siempre fueron mis compañeros) pero afortunadamente no fue así. Siempre encontré una joyita entre las asignaturas. Un profesor del que aprender, una práctica con la que ganar años de vida a base de risas, un trabajo con el que sentirme satisfecha…

Bien es cierto que considero que existe un exceso de conocimientos teóricos. Ni siquiera estoy pidiendo una especialización desde la propia carrera (aunque se agradecería la opción a más asignaturas optativas o a valorar créditos y actividades extra) pero especialmente los dos primeros años tuve la sensación (en más de una ocasión) de que el contenido periodístico y de publicidad era muy muy superior a lo referente a audiovisuales. De hecho, en nuestro plan de estudios sólo existe una asignatura referente a cine (historia del cine, donde es bien sabido que nos quedamos anclados en “El Gabinete Caligari”). Vale que Extremadura no se caracteriza por su producción de ficción, pero ¡Oye! ¡Es comunicación audiovisual, por el amor de dios! ¡Dadme Tarantino, dadme Hitchcock, dadme cine de autor!

Como primeros graduados de la generación Bolonia, nos tocó sufrir todo tipo de chapuzas administrativas y demás locuras. En primero nos amenazaron con el derribo de nuestra recién conocida facultad. Tres años más tarde sufrimos la mala organización de los períodos de prácticas obligatorios para finalizar la carrera; vimos a gente actuando como energúmenos para rogar a los tutores sin seguir los plazos establecidos para los trabajos de fin de grado, perdimos un tiempo valioso en la preparación del mismo esperando la publicación de alumnos/tutores; nos vimos con el culo al aire tras descubrir de un día para otro que la asignatura de inglés no cumplía los mínimos del B1… y así hasta el infinito.

En cuatro años he visto de todo. Profesores negados, pésimos, incompetentes, malos… Tristemente hubo muchos de estos, más de lo recomendable, para qué mentir. Por eso cuando te encontrabas con alguno agradable, alguno realmente apasionado con su asignatura, uno que supiera hablar en público, que supiera motivar al alumno y pidiera prácticas dignas de audiovisuales… la clase se convertía en un lugar mejor. Yo me llevo grandes recuerdos por parte de este tipo de profesores y sé de alguno que otro que afortunadamente también se lleva un buen recuerdo mío.

En definitiva ¿Volvería a estudiar audiovisuales en Extremadura? Sí. Sin duda alguna. Las cosas que no he aprendido en la carrera las he ido aprendiendo por mi cuenta ¿No sé suficiente guión? Me saco ocho libros de la biblioteca ¿Premiere se me queda corto? Me apunto a un curso de Final Cut ¿Quiero más prácticas de cortometrajes? Me busco a un grupo de gente creativa y nos ponemos manos a la obra. Creo que finalmente, todo depende de las ganas que tengas. Eso es lo que nos permite aprovechar más o menos este tiempo. Todo lo que me ha resultado interesante, útil o motivador lo he aprendido con ganas. Por supuesto que la carrera se puede plantear desde un punto de vista más práctico y técnico. Pero no considero que esté mal formada. He aprendido otras muchas cosas.


He perdido absolutamente el sentido del ridículo, me he visto guiando equipos, delegando y confiando en los demás, aceptando críticas y aprendiendo a tratar los problemas tanto a nivel individual como grupal, hablando en público y compaginando el estudio de idiomas con prácticas y demás, he sabido sacarlo todo, hasta aquellas asignaturas cuyos exámenes se convertían en cuestión de suerte. Claro que he aprendido. Yo y cualquiera de mis muchos compañeros. Quizás no sea la facultad más prestigiosa, quizás los medios no están siempre a tu alcance y no tienen la mejor calidad, pero cuando coges un trabajo con ganas todo lo demás te da igual. Y yo he conseguido demostrarme muchas cosas tras mi paso por la UEX. Ha sido tedioso a  veces pero no lo cambiaría. 

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