viernes, 4 de diciembre de 2009

Melancólica perdida

Puente. Vuelvo a casa. Mañana ajetreada con final feliz.

Capítulo 1. Pinchazo

Hoy he pasado una mañanita de lo más interesante. Me levanto bien temprano planeando mis movimientos para las próximas horas. Salgo de casa y me confundo entre la masa de alumnillos que van al instituto (ains) Alguno hay que me reconoce y me mira raro por seguir en su misma dirección, pero ah, sorpresa, mi verdadero objetivo es el Hospital. Entro, información, siguiente pasillo, cola de gente, esperar, me llaman, pase usted, hola buenos días, sabía que no puede doblar el volante, no, pues ya lo sabe, siéntese ahí, hola, buenos días, te voy a pinchar, vale, vaya mierda de agujas (zas! en toda la vena) tenemos, esta es que es especialmente gorda y muchas veces no se pincha bien y tenemos que repetir, ah, qué bien, bueno pues ya está, en ocho días los resultados, apriétate durante unos minutos, adiós, adiós.


Salgo bastante molesta por el dolorcillo en el brazo. Ahora que lo pienso no sé si por el pinchazo o por la presión del esparadrapo con el algodón, el caso es que el resto de la mañana lo paso con el brazo tieso como si fuera un palo. Me pongo en camino a otro hospital ¿Otro? Sí, consulta de la alergia. Lo cual significa perderme inevitablemente por esos horrorosos pasillos.

Capítulo 2. "Albert-Querido"

Lo dicho, salgo de un hospital para entrar en otro, pero ¡Ey! ¡Pero quién es aquel! ¡Albert! ¿Qué tal? ¡Muy bien! ¿Y tú, ya de puente? Pues sí ¿Y tú? A clase que tengo una exposición en inglés ¿Inglés? Ah y qué, ¿Aprendéis vocabulario específico de medicina y eso? No, y menos mal porque hay gente que no sabe nada de inglés. Ups. Y nos ponemos en camino porque la parada de su autobús me cae a mí de camino. Vamos hablando, me cuenta sus cosas y me alegro de que al menos por ahora las cosas no cambien a pesar de la distancia. Llega a su meta y nos despedimos esperando volver a vernos este fin de semana.

Capítulo 3. Geriátrico otra vez

Sigo mi camino, un frío asqueroso y yo andando como un robot con el brazo tieso. Llego al hospital en cuestión, golpe de aire caliente al entrar y congestión nasal debido al olor a médico. Comienza mi rutina de perderme por los pasillos y de nuevo (tal y como me pasó el año pasado) acabo en la planta del geriátrico sumergida en ese ambiente tan deprimente que ni con el esfuerzo de los alegres celadores consigue mejorar. Otra vez me meto por ese pasillo sin salida que parece sacado de una película de terror. Como de costumbre me equivoco de dirección y paso tres veces seguidas por la misma zona. Me planto delante de un mapa "Usted está aquí" Si, eso ya lo sé, pero ¿Dónde está alergología?

Finalmente encuentro el maldito pasillo. Me atienden unas simpáticas enfermeras que me advierten que los alergólogos tardan bastante en venir, que me vaya a desayunar (esto lo sugirieron al verme el pinchazo en el brazo) Y yo resignada temiéndome el camino de vuelta bajo a la planta baja y sorprendentemente encuentro la cafetería a la primera. Café, Kit kat y zumo de naranja sumado a la lectura de "Speaking in silver" Acabo y vuelvo a subir. Encuentro la sala a la primera, me atienden enseguida y para colmo me dicen que no vuelva, que está todo perfecto ¡Yúju! ¡Subidón!

Capítulo 4. Rememorando tiempos pasados

Vuelvo a casa y decido llamar a Haines. La despierto (ups!) y le propongo que salgamos a hacer una visita a los pachequines. Me dice que genial y además añade que debemos visitar a Pepi (adorada profesora del colegio) Así que nos ponemos en marcha. Vamos al colegio y tras informarle de nuestro motivo de visita iniciamos una melancólica y adorable conversación en la que Pepi nos sorprende recordando uno a uno a todos los compañeros de clase. Nosotras la alegramos contándole qué ha sido de ellos.

Tras la visita nos dirigimos al instituto. Allí todo nos resulta más reciente y cercano aun. Saludamos a los compis de otros cursos, a nuestro querido Joakin y a los profesores. Nos quedamos con la sensación de que de verdad hemos significado algo para toda esta gente. Paseamos por la conserjería, el patio y la cafetería, Paloma me echa la bronca por hacer audiovisuales (ya es tradición) Cáceres me comenta que me vio en la tele en la manifestación del Cubo, Inmaculada me hace prometer que firmaré en el libro de bachillerato ... jejeje parece que no nos hubieramos ido. Si es que aunque lo neguemos se les echa de menos.

Qué de recuerdos me han venido a la cabeza esta mañana.



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