lunes, 23 de marzo de 2015

Justa





Mi abuela no va a meterse en facebook a darle a "me gusta" a mis publicaciones, probablemente no sepa ni que tengo este blog y  tampoco escucharía bien mi voz si la llamara por teléfono. Pero la sonrisa de oreja a oreja cada vez que me ve entrar en su casa y me pregunta por trigésima vez qué estoy estudiando y dónde estoy, compensa la falta de contacto. La última vez que la vi fue el día de Reyes y creo que prestó más atención al momento en el que se dió cuenta de que la estaba dibujando que cuando la cabalgata pasó bajo su balcón. Hoy he visto una foto de ella compartida por mi tío y he recordado que yo estoy aquí y todos ellos allí.

A veces me apena no tener una relación más estrecha con algunos familiares, no ir más a los pueblos, no mandar postales o responder sin falta a todo mensaje recibido. Parece que sólo doy señales de vida en vacaciones, fiestas o cumpleaños pero lo cierto es que mi cabeza es un torbellino de recuerdos y personas con las que me gustaría pasar más tiempo. Vosotros no lo sabéis, pero para mí, dibujar a alguien conocido es una demostración de amor y cariño. Es mi forma de combatir distancia y nostalgia a golpe de lápiz. Y no os hacéis una ligera idea de la cantidad de caras conocidas que se apelotonan en mis libretas y diarios.

Los días de lluvia a veces me ponen tonta.

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